Thursday, October 08, 2009

¿Cómo tiene que ser la música en la liturgia?


(Vida Nueva) ¿Qué es lo que hace buena una u otra música a la hora de emplearla en la Eucaristía o en cualquier celebración litúrgica? ¿Hay un género o un repertorio más adecuado que otro? En la sección ‘Enfoques’ de esta semana, dos especialistas abordan este asunto: la cantautora y licenciada en Comunicación Social, Maite López, y el profesor de Música Sacra y coordinador del Departamento de Música de la Comisión Episcopal de Liturgia de la CEE, Antonio Alcalde. Ambos coinciden en que lo fundamental es que la música ayude a sentir y celebrar. Desde ahí, cada uno pone el acento sobre las cualidades esenciales. Maite López, por ejemplo, opina que, al margen de discusiones en torno a los géneros y los instrumentos musicales más adecuados, “la música en la Misa debería ser de calidad“, mientras que Alcalde considera que lo importante es que todos participen: “En la asamblea litúrgica nadie debe quedarse sin cantar“.
A la calidad de la música, Maite López suma otros requisitos: “Debería ser participativa. Canciones que la gente pueda cantar, relativamente sencillas, sin que sean monótonas (…) Si no hay interpretación en vivo, que haya una buena audición, fruto de una cuidada selección de discos, pues ya que no podemos cantar, que, al menos, podamos escuchar con gusto y placer. Que sea música actual (por letra y melodía). (…) A ser posible, que haya coro en vez de solistas, para que no se convierta en un concierto. No hacen falta profesionales, basta un grupo de gente bien dispuesta y, eso sí, educada en la música y con horas de ensayo a las espaldas“. En cuanto a los instrumentos musicales y géneros más adecuados, añade: “Los instrumentos acústicos (la guitarra a la cabeza) han prestado un gran servicio en las comunidades. Los eléctricos son poco frecuentes, pero no hay por qué despreciarlos. Como en todo, lo importante es el ‘saber estar’ de los intérpretes y el saber adaptarse a los diferentes ambientes (…) Cierto que hay géneros que han nacido al abrigo de las iglesias, como el gregoriano o el gospel, pero casi todo es adaptable si se tiene una clara orientación eclesial. El pop (por citar el género más habitual) no está reñido con la fe ni con una serena celebración“.
Por su parte, Antonio Alcalde, ante la pregunta de si sirve cualquier canto para la celebración, responde: “Evidentemente, no. Sí nos servirá el canto que esté al servicio de la acción ritual para vivirla y potenciarla, que esté al servicio de la asamblea celebrante y no aquél que utilice la asamblea como plataforma para un determinado tipo de música, de repertorio, de lucimiento personal, de gustos o de preferencias musicales personalistas”. El profesor de Música Sacra ofrece algunas propuestas: “Música sencilla y digna, no ramplona y vulgar; textos bíblicos o ambientados en pasajes bíblicos; textos eucológicos; textos patrísticos; textos confesantes de la fe, y no informantes de la fe. Dejemos atrás tantos cantos y estribillos que son más devocionales que litúrgicos, más individualistas que comunitarios, relatos y costumbres más bien en forma de eslogan que de oración”.

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