El 3 de junio se cumplen 50 años de la muerte de Juan XXIII, el "Papa bueno"

02 de junio, 2013. (Romereports.com) Se cumple medio siglo de la muerte del Papa que convocó el Concilio Vaticano II. Angelo Giuseppe Roncalli nació en 1881 en Sotto il Monte, en la provincia de Bérgamo, en el norte de Italia.


Con 22 años se ordenó sacerdote y al año siguiente, en 1905 fue nombrado secretario del obispo.

En 1921 Benedicto XV lo llevó a trabajar al Vaticano y cuatro años después, Pío XI lo envió a Bulgaria como delegado apostólico. Fue también nuncio en Estambul, Atenas y París.

El papa Pío XII lo creó cardenal patriarca de Venecia. Allí estuvo hasta 1958 cuando murió Pío XII y él fue elegido pontífice. Tenía 77 años.

Durante sus 5 años de pontificado creó por primera vez cardenales de países como Tanzania, Japón, Venezuela y México.

Fue el primer Papa que se reunió con el primado de la Iglesia anglicana. También excomulgó a Fidel Castro en 1962.

Escribió 8 encíclicas y el 11 de octubre de 1962 inició el Concilio Vaticano II.

Juan XXIII“Queridos hijos, escucho vuestras voces. Aquí está todo el mundo representado. Parece que incluso la luna ha tenido prisa por salir esta noche”.
Presidió el Concilio Vaticano II, que él llamaba la 'puesta al día de la Iglesia', durante tan sólo ocho meses. El 3 de junio de 1963 falleció a causa de un cáncer de estómago.

Su sucesor, Pablo VI, abrió el proceso de beatificación. Y Juan Pablo II lo beatificó en el año 2000, 37 años después de su muerte.

El cardenal José Saraiva Martins era entonces prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

CARD. JOSÉ SARAIVA MARTINS
Prefecto emérito, Congregación para las Causas de los Santos
15 de julio 2008 “Lo admiro porque encuentro profundamente en el modo de ser, en la espiritualidad de Juan XXIII, un verdadero pastor, una persona profundamente humana, comunicativa. Se hacía querer, era el Papa bueno. Una figura extraordinaria y verdaderamente grande porque convocó el Concilio Vaticano II, que quería haber convocado Pío XII”.
La Iglesia católica lo recuerda cada año el 11 de octubre, el mismo día en que comenzó el Concilio Vaticano II, la obra más importante de su vida, que no llegó a ver terminada.